viernes, julio 14, 2006

solo los domingos.

El hombre es un animal de costumbres, eso lo sabemos todos. Por eso nuestras semanas se repiten tanto y por eso la vida de Miguel Angel Nuñez era tan aburrida, porque todos los dias seguia la misma rutina.

Trabajaba en un banco metiendo datos, en uno de esos cubos sin ventanas que parecen, mas que puestos de trabajo, las cajas en las que tu padre trajo los hamsters. Su jefe era un explotador hijo de puta que todos los dias le hacia quedarse hasta tarde. Y el dia que no Miguel Angel se quedaba solo por costumbre.

Se despertaba a la misma hora, desayunaba lo mismo todos los dias, un cafe, solo, sin azucar y frio. Alquitran para engrasar el cuerpo. Despues a la hora de comer comia todos los dias su sanwich de pan de pita y vegetales variados solo para hacer ver que era distinto a la mayoria.

Tenia hasta las mismas conversaciones con sus compañeros de trabajo dia tras dia tras dia.

Y los sabados, todos los sabados, Miguel Angel visitaba a su madre en la residencia, y todos los dias le llevaba una caja de bombones y jugaba con ella y sus amigas al chicnchon.

Pero los domingos Miguel Angel cambiaba.

Todo comenzo un sabado de diciembre a la noche. Volvia él de la residencia cuando se quedó mirando la luz azul de uno de los escaparates. Estaba nevando y Miguel Angel no llevaba demasiada ropa de abrigo, pero se quedó alli, mirandolo.

Mas tarde esa misma noche Miguel Angel se levantó de la cama y se encendio un cigarrillo. No podia dormir, cada vez que cerraba los ojos volvia a ver el escaparate, con su luz azul llamandolo. En su cabeza escuchaba al escaparate llamarlo cobarde, le acusaba de no tener valor para enfrentarse al escaparate.

Miguel apagó su pitillo en el cenicero y se puso la ropa de nuevo, cogio un gorro y un buff y se cubrió la cara. De su armario saco el bate de beisbol que usaba cuando de pequeño jugaba con sus amigos y salio a por el escaparate.

Mientras lo rompia volvió a sentirse vivo, estaba haciendo algo mal, estaba desafiando al sistema, pero se estaba desahogando por todos los años aguantando al jefe, a su madre y sus amigas, a su novia. Aquel escaparate estaba pagando por todos.

Y esa sensacion lo acompaño todo ese domingo, y el siguiente, y el siguiente. Romper escaparates, quemar contenedores, destrozar coches, se convirtieron en una rutina mas en su vida. Pero Miguel Angel no dejo que aquellos ataques de violencia lo dominasen, y el lunes volvia con las pilas cargadas para aguantar a su jefe.

Al fin y al cabo esas eran cosas que solo hacia los domingos.

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